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Año de formación Especial, Experiencia misionera en la Selva montañosa de Guatemala con la Comunidad Q’EQCHI

El año de Formación Especial es la etapa en donde los seminaristas nos preparamos profundamente para la primera incorporación a la Congregación y así, para una vida consagrada y comprometida con nuestra Comunidad, la Iglesia y la humanidad. La formación consta de varios pilares y uno de ellos, es el estudio, profundización y valorización nuestro patrimonio: historia, espiritualidad y carisma misionero, vida de nuestro padre fundador, el regla y estatutos que nos dirigen.  Tenemos, también, experiencias de vida y misión que nos fortalecen y animan en nuestra vocación.

La misión

Hemos realizado misiones en Guatemala, desde el 12 al 28 de junio. De la ciudadIMG_1610 capital nos trasladamos hacia el departamento de Alta Verapaz, el día 12 por la mañana, a unas 5 horas de camino hacia el norte del país. El paisaje pasa a transformarse en el protagonista principal dentro del recorrido. Las altas y verdes montañas cobran realce mientras nos acercamos a nuestro destino: el municipio de San Miguel Arcángel de Tucurú. Lugar donde los Misioneros de la Preciosa Sangre tienen su apostolado y la parroquia del mismo nombre. Esta comunidad esta animada por el párroco P. Marco Tulio Recinos CPPS quien debe atender junto con la comunidad del pueblo a 65 comunidades indígenas mayas-Q’EQCHI, que en su mayoría no hablan español. Este era el desafío más grande de la misión: el idioma y la cultura.

Los equipos misioneros eran 4 en total, conformados por dos personas cada uno,IMG_1954 todos seminaristas y en algunos casos los catequistas más comprometidos con el trabajo evangelizador. Un misionero que habla español y un misionero que habla Q’EQCHI, que hacia las funciones de traductor. Cada equipo debía visitar entre tres y cuatro comunidades en un total de 15 días, trasladándose por senderos y sectores de selva montañosa, caminando largos trechos y una buena cantidad de horas. Partimos a los sectores de misión el día sábado 13 de junio. Todos nos trasladamos a la comunidad de San Antonio a una hora y media de camino de ascenso en camioneta, ahí celebraríamos con la comunidad y seriamos presentado a los encargados de los sectores. Fue en esta comunidad, donde nos llevamos las primeras impresiones: la celebración de la Eucaristía y la unión a esta de sus tradiciones y celebraciones en un idioma completamente nuevo. En ella celebramos un Mayejak, que es la ofrende que hacemos a Dios, es una oración que se realiza con una candela en la mano y se orienta hacia los cuatro puntos cardinales, partiendo por donde nace el sol; cuando la oración finaliza, los ancianos de la comunidad queman las candelas para que esa oración suba a Dios. Al finalizar el encuentro partiríamos cada uno a su sector con los responsables de ellas. Así fue como dio inicio la misión en Tucurú.

Personalmente me toco visitar tres de las comunidades más lejanas, frías, de mayorIMG_1967 altura y de difícil acceso: Chelema I; Chelema II y Cruzchut. De estas tres comunidades, solo a una, la primera, se tiene acceso por un camino en auto y a las otras dos solo a través de senderos por el borde de la montaña caminando. Todas estas comunidades viven del cultivo de la “milpa” o el maíz, también del “frijol” o poroto y de algunos cultivos de hortalizas menores, no pueden cultivar más porque el nivel de pobreza es muy alto y los ingresos escasos. Después de dejar San Antonio, caminamos junto con mi compañero de misión Lucas Tiul, Seminarista de la misión Centroamericana CPPS y de la cultura Q’EQCHI y a un gran grupo de hombres y jóvenes catequistas y participantes de la comunidad que se unieron a la celebración y que serian nuestros guías y IMG_1993acompañantes, a través de senderos muy difíciles y agotadores por más de 4 horas. Gran parte del camino se realiza de subida (algo así como dos horas y media) por las montañas, contemplando un paisaje maravilloso. Cuando llegamos al fin a la comunidad de Chelema I, nos  trasladaron a la casa del catequista que anima la comunidad don Antonio, que junto a su familia fueron nuestros anfitriones y quienes nos trataron con el amor más grande que alguien puede experimentar. La familia  estaba compuesta por 7 integrantes: 5 hijos, de los cuales 1 era mujer y los esposos. Con ellos comenzamos a compartir y lo más interesante es que yo no hablaba ni un poco de q’eqchi, solo me comunicaba con señales y algunas palabras en español que los niños entendían. Fue con ellos con los que entable una primera aproximación porque les gustaba hacerme repetir palabras en su idioma y gozaban al oírme. Fue todo un desafío intentar hacerlo porque el idioma q’eqchi tiene sonidos guturales que en el español son irrepetibles, es por ello queIMG_1726 mi forma de repetir era muy graciosa. Al día siguiente, el domingo, celebramos el día del Señor con toda la comunidad, la que se reúne semana a semana para esta celebración. En ella fuimos presentados y todos oraron por nosotros. Esta ha sido la celebración más larga en la que he estado, comenzó a las 9:00 de la mañana y termino a las 13:00 hrs. Listos para el almuerzo. Al día siguiente comenzamos con las visitas y los encuentros con la comunidad, esquema que repetimos en los tres lugares por los que pasamos.

 

 

¿Qué es lo que hizo diferente esta misión con las otras?

La experiencia vivida es única: Caminar largos trechos para llegar a las  comunidades y para visitar a las familias, el nivel de pobreza y enfermedad que hayIMG_1721 especialmente en los niños, al igual que los altos niveles de desnutrición entre los más pequeños. Pero además el fervor vivo con que celebran a Cristo en sus encuentros, la esperanza viva con la que viven día a día, el amor por su tierra y por lo que hacen, eso es parte de una experiencia y calidad de vida que no se ve en nuestros tiempos. El mirar a los niños y compartir con ellos demuestra que están alejados de todo aquello que contamina nuestro mundo: miradas inocentes, sonrisas amplias y llenas de vida, confianza y curiosidad por aquel que llega, alegría de compartir con ellos la vida. El estar con los jóvenes, escucharlos (aunque fuera difícil por el idioma y la traducción) compartir sus sueños y alentarlos en ellos, ver también la inocencia de sus vidas y relaciones es algo que marca profundamente la vida de aquel que comparte con ellos. Reunirnos con los adultos y celebrar la fe juntos, escucharlos hablar de su vida, de su historia, ver la alegría reflejada en sus rostros por nuestra presencia y por la visita, estar presente en medio de un estilo de vida y celebración tan distinto al mío, en un idioma del que no entendía nada, me llevo a una experiencia de Nuevo Pentecostés. Porque a pesar de  que el idioma era completamente distinto al mío, nos entendíamos, porque hablábamos y éramos parte de una lenguaje mayor: el del amor, que ilumina la fe en Dios Padre y en su hijo Jesucristo, animados por el Espíritu Santo. Fue unaIMG_1830 experiencia de Nuevo Pentecostés, porque fue una salir a anunciar la buena nueva de Cristo, que ellos anhelaban. Día a día experimentábamos la sensación de los grandes santos misioneros y junto a ello, la experiencia de San Gaspar. Caminar y recorrer vastos sectores para llevar un anuncio de Vida, enfrentando nuevos desafíos que se presentaban en la misión. Fue un volver a los orígenes de mi propia vocación. Fue un encuentro, en definitiva, con Cristo Resucitado, con un Cristo Vivo y que da nuevas esperanzas a un pueblo que a lo largo de la historia ha sufrido mucho.

Santiago Cárdenas

Candidato Misioneros de la Preciosa Sangre

Año de Formación Especial Latinoamericano

Guatemala C.A.

2009

Contribuyentes