“Jesús llamó a los Doce y los envió de dos en dos… y les ordenó que no llevaran para el camino más que un bastón… entonces fueron a predicar exhortando a la conversión.” Mc 6, 7-13.
El texto evangélico -antes citado- nos muestra a Jesús exhortando a los Doce y dándoles algunas indicaciones necesarias para la misión.
Lo primero: trabajar en equipo es mejor que un trabajo personal. Es decir, el trabajo en equipo da mayor fruto que el trabajo individual. Lamentablemente muchos piensan que el éxito es fruto del esfuerzo individual y no de equipo.
Lo segundo: los que son llamados deben estar libres de preocupaciones personales y materiales, para que la misión no se detenga, sino que avance y la llamada a la conversión siga su curso a través de la historia. Es una invitación a experimentar la pobreza, en contraposición a la angustia que produce la ambición: vivir y trabajar solo para “tener” y no para disfrutar lo que se tiene.
Resulta extraño –entonces- que en el mundo de hoy haya jóvenes que respondan al llamado de Jesús, libre y generosamente, renunciando al modelo de existencia que la sociedad les presenta, por uno más austero pero que hace libre.
Son jóvenes con “Corazones Generosos” que han experimentado profundamente el amor de Dios y son consientes de la elección que les ha hecho. Más aún, no es un amor para sí mismos, sino para el resto: es aquí cuando comienza la misión.
Necesarios son los misioneros que den testimonio del Amor de Dios y lo comuniquen a los demás. 
Indispensables son los misioneros que den testimonio del amor llevado a la cruz y derramado en cada gota de Sangre.
Importantes son, pues, los misioneros que viviendo en el Amor de Dios den testimonio de la verdadera felicidad que garantiza Aquel que no tiene, ni siquiera, un lugar donde reclinar su cabeza.
Autor: P. Omar Cerda CPPS.