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¿Qué es el “Discernimiento Vocacional”?

¿QUÉ ES DISCERNIR?

Discernir es, como lo dice la palabra misma, pasar por la criba, seleccionar, distinguir. Es la acción del trabajador de la construcción con la aren que prepara para hacer la mezcla. Es la tarea del pastelero que pasa por el tamiz la harina, para cocinar un fino bizcocho. La harina o la arena serían- aplicándolo a nuestro campo vocacional- las opciones o decisiones que hay que hay que ir tomando en el caminar vocacional. La criba seria la experiencia de Dios desde la meditación de su Palabra y la participación en los misterio de la fe, a través de la Liturgia y los Sacramentos.

En la tarea de discernir existen varios elementos importantes:

1. Las situaciones: el discernimiento viene muy parejo a las múltiples circunstancias que viven las personas. Siempre en la vida creyente es necesario descubrir qué es lo que a Dios le agrada. Y esto con una significación profundamente religiosa: lo que ha Dios le agrada es el fundamento del sentido de la vida, pues en la medida en que vamos descubriendo el camino que Dios va trazando, en esa misma medida vamos aprendiendo a liberarnos de todo para ser libres según la libertad de los hijos de Dios.

Porque ser creyente no consiste solamente en confesar un conjunto de verdades, sino comportarse en las situaciones especificas según los criterios de la fe. Las situaciones bien concretas en las que nos encontramos son el lugar para el discernimiento: desde lo que me está sucediendo aquí y ahora debo discernir lo que Dios quiere de mí.

2. El objeto del discernimiento: el objeto del discernimiento es la conducta humana. Todo en la vida cristiana queda abierto a la perfección. Hay que discernir siempre porque toda situación es oportunidad para llevar a la vida la buena noticia del Evangelio. Un cristiano no es un héroe que se comporta a la altura de las situaciones extremas; es la persona que cada día, en cada detalle, obra según el amor recibido de Cristo.

Es un saber práctico que nace de la misma fe. Buscamos la forma de asemejar nuestra conducta a la del mismo Jesús, que es para nosotros modelo perfecto de cumplimiento de la voluntad del Padre.

3. Las claves del discernimiento: los criterios que debemos utilizar para El discernimiento están muy relacionados con El estilo de vida del discípulo de Jesús:

· Juzgar según la sabiduría de Dios, que nace del contacto intimo con su Palabra, y no desde las opciones de los hombres.

· Estar dispuestos a una renovación completa de nuestras personas, por la acción del Espíritu Santo que mueve a los corazones al conocimiento de la verdad.

· Vivir hasta las ultimas consecuencias el principio fundamental del amor fraterno: “Ámense unos a otros como Yo los he amado” (Jn. 13, 34)

La clave fundamental parece estar- siguiendo las palabras de San Pablo- en aquello que construye la comunidad, aquello que contribuye a la edificación de la Iglesia, al crecimiento del Cuerpo de Cristo:

“Viviendo con autenticidad el amor, crezcamos en todo hacia Aquel que es la Cabeza, Cristo. A Él se debe que todo el Cuerpo bien trabado y unido por los ligamentos que lo nutren según la actividad propia de cada miembro, vaya creciendo y construyendo a sí mismo en el amor” (Ef. 4, 16)

La voluntad de Dios no es un misterio incomprensible. Es un misterio muy concreto y visible. La prenda de la presencia de Dios es la comunidad cristiana, y por ello, es relativamente fácil conocer la voluntad de Dios: es aquello que ayuda en cada momento a hacer mejor comunidad.

4. Las señales del discernimiento: la prueba más clara de que se está en un autentico proceso de discernimiento son los frutos que produce: el vivir una vida profundamente cristiana, con conductas que sean reflejos de lo que uno cree. a veces se hace demasiado hincapié en la vida de piedad o devoción, en las buenas intenciones, en la interioridad... No está mal como punto de arranque, pero es del todo insuficiente. El hombre es ante Dios lo que hace, su conducta objetiva. En concreto, podríamos resumir esos frutos del Espíritu en el mandamiento de amar a Dios y al prójimo. Siguiendo al apóstol Santiago:

“¿De qué le sirve a uno, hermanos míos decir que tiene fe si no tiene obras? ¿Podrá acaso salvarlo la fe?... También se puede decir: “Tú tienes fe, yo tengo obras”. Muéstrame tu fe sin obras que yo por las obras te haré ver mi fe” (St. 2, 14- 18)

5. El discernimiento como actitud permanente: es verdad que el discernimiento vocacional tiene un comienzo y un final concreto, que desemboca en una opción de vida, ya sea consagrada o laical. Pero no todo termina ahí. Sino que permanentemente debemos estar abiertos a descubrir los caminos de Dios, para ir escribiendo junto con Él la Historia de la Salvación.

ALGUNAS CONDUCTAS PRÁCTICAS

Hemos visto que discernimos para descubrir y realizar la voluntad de Dios en nuestra vida. Para ello será muy importante ir logrando conductas adecuadas en una línea de constante apertura y crecimiento.

Algunas conductas prácticas son:

· DESEO DE CAMBIO: quien está en etapa de discernimiento deberá manifestar la voluntad de crecer y de abrirse a las perspectivas que le vaya presentando el proceso vocacional. No puede vivir una vocación específica quien no tiene nada que cambiar.

· VALENTÍA: para afrontar los aspectos negativos u oscuros de la personalidad, sus errores y pecados. No puede continuar quien disimula sus fallas o las oculta.

· PASO A UN MAYOR GRADO DE AMOR: quien discierne la voluntad de Dios en su vida no puede limitarse al cumplimiento de unas normas o a la satisfacción mínima de un expediente. Ya hemos visto que la vocación es cuestión de generosidad, de entrega total.

· COMPROMISO EN ACCIONES CONCRETAS: porque la vocación se realiza en la historia, es necesario que quien discierne adquiera compromisos bien específicos y prácticos al servicio de la comunidad. No son verdaderos buscadores de la voluntad de Dios los que no traducen su búsqueda en un modo nuevo de vivir.

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