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Vocación Religiosa

Decíamos al hablar de la vocación laical que el fundamento de toda vocación en la Iglesia son los Sacramentos de la iniciación cristiana. Consecuentemente lo es también en el caso de la vida religiosa.

Sin embargo, esto no sería suficiente a la hora de determinar exactamente dónde está su origen. Existe otro elemento esencial de carácter eminentemente eclesial: se trata del seguimiento radical de Cristo expresado en la profesión de los consejos evangélicos por medio de la emisión de los votos. El triple voto- castidad, pobreza, obediencia- manifiesta el corazón de la vida religiosa: es imitación de la misma forma de vida que Cristo adopto en la tierra: obediencia absoluta a la voluntad de Dios, el amor total en donación desde la vivencia perfecta de la castidad, la pobreza de quien no tiene ni un lugar donde reclinar la cabeza.

Así, podemos decir que:

Un instituto religioso es una sociedad en que miembros se congregan totalmente por los votos públicos de castidad- pobreza- obediencia y viven en vida fraterna común.

¿Cuál es la misión de los religiosos?

En la Iglesia han nacido, por inspiración del Espíritu, una maravillosa variedad de instituciones religiosas, con sus dones y carismas propios, que han contribuido desde antiguo a la edificación del Cuerpo de Cristo. La gran variedad de institutos no puede conducir a la errada conclusión de que la vida religiosa es igual para todos los que han sido llamados a ella. Todos, independientemente del carisma o de los trabajos que desempeñen, se han de caracterizar por ser testigos ante el mundo de los valores absolutos de Dios, como anticipación de lo que será la vida en el Reino futuro.

Los religiosos están llamados a ejercer su misión dentro de la Iglesia, siendo testimonio vivo de unos valores que superan los que el mundo está acostumbrado a proponer. Frente al “valor” del dominio de los otros y del poder, la vida religiosa se fundamente en la obediencia que es reflejo de la atenta búsqueda de la voluntad de Dios. Frente al “valor” del dinero o de la posición económica, el religioso vive desde la radicalidad de las bienaventuranzas el ser pobre por el Reino de los Cielos. Frente al goce inmediato de las cosas, el disfrute, los placeres pasajeros..., el religioso se consagra en plenitud de amor al servicio de Dios y de los hombres desde la castidad.

La misión del religioso es esencialmente testimonial. Un testimonio que puede darse de muchas maneras, según los carismas que el Espíritu suscite para el bien de la Iglesia Universal.

¿Cómo vive y que hace un religioso?

Aunque el origen de la vida religiosa es específicamente contemplativo (desde los Padres del desierto, primeras comunidades alrededor de los maestros, pasando por la vida cenobítica y eremítica hasta los modelos actuales de vida contemplativa) a lo largo de la historia de la Iglesia, han existido muchos hombres y mujeres que han querido abrazar la vida religiosa opero ofreciendo, a la par, una solución a los problemas que ellos encontraban en la sociedad de su tiempo. Soluciones de urgencia para tiempos de crisis. Son los Fundadores. Ellos, animados por la fuerza del Espíritu, se sintieron empujados a trabajar para responder a las necesidades de sus contemporáneos. Por eso, la vida religiosa fue derivando hacia un ejercicio activo de diversos trabajos y apostolados: la vida contemplativa se fue transformando en mixta (contemplativo- activa) y m{as tarde en activa.

Por esta misma razón, existen diferentes formas de vivir la vida religiosa y existen numerosos carismas encauzados a dar respuesta a otras tantas necesidades. Por ejemplo: existen muchas Congregaciones que se dedican a la enseñanza, otras son misioneras, otras se dedican a la oración y contemplación, otras al servicio de los enfermos, de los ancianos, a la predicación y a la catequesis, y otras tantas tareas que realizan desde el corazón de la Iglesia para el mundo.

No sería suficiente que el Fundador hubiera iniciado una institución por un carisma personal; los que pertenecen a ella deben revitalizarlo y actualizarlo según las circunstancias históricas de cada momento. El carisma necesita ser redimensionado constantemente, revisado, especificado, a través de tareas concretas para que conserve la frescura de sus orígenes.

Pero lo importante es tengamos claro que la vida religiosa no se identifica por las tareas que se pueden realizar, sino por la misión que la Iglesia encomienda a todos los religiosos, como testimonios vivos de la radicalidad de los valores del Reino. Esto se puede hacer teniendo diversos trabajos o profesiones o no teniendo ninguno, en comunidad o en forma aislada, desde la vida activa, mixta o contemplativa, desde un carisma especifico u otro... Por eso es un error pensar en la vida religiosa porque se dedican a algo. Primero hay que discernir si Dios llama a esa vivencia radical o no. Las tareas son un complemento, una especificación de la vocación religiosa, pero no el fundamento.

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